EL CUADERNO DE RAMÍREZ
En esta página se presentan algunas hojas de la contabilidad de Josef Thomas Ramírez. Se transcriben y, en algunos casos, se anotan aquellas páginas donde se atisba el espectáculo teatral o se advierten costumbres artísticas del periodo.
Apertura protocolaria del libro contable: “Cuaderno en que se apuntan los gastos ordinarios y extraordinarios causados en cada una de las comedias de la presente temporada, las que hizo examinando el Señor Tesorero de la Junta, don Lorenzo Marroquín, al otro día de cada comedia, para su aprobación.
Santafé, julio 9 de 1797”.
Desde la primera página se puede observar que el cuaderno mantiene el mismo orden. Primero, se detallan los gastos ordinarios de cada función, con su correspondiente fecha y, en seguida, los gastos extraordinarios. Es en estos donde se hallan más curiosidades para el lector.
La lista de “gasto ordinario” no se modificó a lo largo de la temporada; estaba compuesta por las personas que percibían un estipendio fijo, de acuerdo con sus tareas. Estas personas eran: un receptor, alguaciles (que podían oscilar entre 2 y 4), guardias, gastos de iluminación (velas), cuyo valor es alto, y 10 “peones”. Entre estos se incluían al telonero principal, los encargados de los bastidores, el responsable del guardarropa y los porteros, entre otros. En otros manuscritos de temporadas anteriores se les denominaba “mozos de teatro”.
El último rubro de la lista de gasto ordinario se registra así: “Saque de comedia y sainete”; expresa el costo total de la representación teatral, relacionada con los honorarios del elenco. La cifra se debía entregar en su totalidad al encargado o director de la compañía y él la distribuía de acuerdo con la importancia de su rol.
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Para la función del domingo 16 de julio de 1797, en la que se presentó el Florentino, el registro contable se describe así: “Gasto extraordinario por las luces que sirvieron al Florentino para la maroma. Se encendieron 48 luces en la citada noche del 16 […]”. Además de presentarse el programa habitual, que consistía en un drama y un sainete, las acrobacias del Florentino le adicionaban más emoción y encanto a la noche.
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En el asiento contable de “gasto extraordinario” del 25 de agosto de 1797, día de besamanos, la descripción con relación a la iluminación es la siguiente: “92 luces que se ponen para la iluminación doble […]”. Ese mismo día se pagaron “6 cirios que se ponen a los retratos de los soberanos […]”.
Como se puede deducir, en las noches de besamanos la iluminación era más costosa por la cantidad de luminarias que se requería para la ceremonia. Y si, además, ese día se honraba a los reyes de España iluminando con cirios sus retratos, los costos se incrementaban, dado que los cirios eran velas largas, gruesas y elegantes. En todo caso, para la ocasión no se escatimaba, pues la ceremonia estaba cargada de simbolismo y subordinación manifiesta con palabras y acciones.
Para hacer una comparación, el espectáculo del Florentino requería de 48 luminarias comunes en el teatro y para el besamanos 92 velas y 6 cirios elegantes para los retratos de los reyes.
En septiembre 25 de 1797, Ramírez hace un balance contable para determinar la situación económica de la temporada. Tiene como base lo recibido por él de la Junta de Teatro, producto de las suscripciones de los espectadores, menos los gastos en los que ha incurrido en cada una de las funciones.
Posiblemente esta fecha hubiese sido considerada como la mitad de la temporada y era el momento apropiado para cobrar el 50% restante de las acciones vendidas y no pagadas todavía.
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La noche del 8 de octubre de 1797, la función fue costosa por un gasto extraordinario. Esto dice la anotación: “[…] se pagaron a dos mozas de fuera del teatro, por haber hecho papeles de gitanas y no haber esta gente en la Compañía […]”. Además de las dos actrices extras, también se contrató a un actor. La anotación continúa así: “que se le pagó a otro, por haberse vestido para acompañamiento de gitanos […]”. De lo anterior se puede deducir que el elenco era pequeño y el repertorio se ajustaba a su número. El incremento de artistas significaba contrataciones extras o de partiquinos, quienes desempañaban papeles breves o de poca importancia.
En la función del 22 de octubre de 1797, se presentaron gastos adicionales en la representación del sainete pues, según la anotación, “Se rompieron dos botellas en el sainete porque así lo pedía el paso, costaron 2 1/2 reales, y tres reales que se pagaron por un tiro de pólvora […]”. Además, se pagó también por la limpieza del arma. Es deducible, por tanto, que en el drama un personaje resultaba muerto a causa de un tiro y en el sainete había habido confusiones y estrépitos, pues el texto así lo pedía. El tiro de pólvora resultó ser más costoso que las dos botellas.
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La noche del 4 de noviembre de 1797, se incurrió en un gasto adicional en cirios por haberse iluminado el retrato del monarca. Al parecer, esa noche no hubo besamanos; sin embargo, surgen varias preguntas: ¿Durante la función el retrato se mantuvo iluminado? Si fue así, su majestad compitió con el escenario. El público no pudo ignorarlo, y es posible que las personas que podían pasar frente al retrato del monarca hicieran una inclinación respetuosa que todos veían.
Al respecto, esto dice el asiento contable de Josef Thomás Ramírez: “Por 92 luces que se ponen demás de la ordinaria, importan 2 pesos 4 1/2 reales, y el alquiler de 6 sirios que arden delante de los retratos del soberano [sic], importa la misma y alquiler 25 reales que una y otra partida hace la cantidad de 5 pesos y 5 1/2 reales”.
Igualmente, la noche del 5 de noviembre se presentaron gastos extraordinarios, así: “Por 2 reales costó el componer los platos que sirvieron a la mesa, un vidrio que rompió, 2 reales, y 4 reales para una tinaja para los cómicos, por haberse roto la noche antecedente, lo que [no se entiende] que todas tres partidas hacen la cantidad de 8 reales”. Posiblemente, los anteriores objetos formaban parte de la utilería necesaria para las obras.
La función del 16 de noviembre de 1797 requirió también de gastos extraordinarios, a saber: “Por 3 reales que se le pagaron al maestro latonero por componer unas alcayatas del teatro […] y 6 reales que llevo al carpintero por componer las arañas y hacer dos alcayatas nuevas de […]”.
El 3 de diciembre también hubo un gasto extraordinario: “Por 6 reales que se le dieron a Baroncito por acompañar la tonadilla y 6 reales que se le dieron a la hija del ciego Fermín por lo mismo porque la tonadilla fue a tres, cuyo título fue El recitado. Que todo hace 12 reales”.
Como se puede observar, el primer cómico de la compañía participó en la tonadilla junto con dos actrices, una de ellas era la hija del actor invidente Fermín Castellón. Como se anotó en la parte correspondiente al “Elenco artístico”, su apellido era Barón y se le nombraba con el diminutivo en las frías páginas contables. Igualmente, según la anotación de Ramírez, esa noche se interpretó El recitado. Debía tratarse de la tonadilla a tres, compuesta por el español Antonio Rosales hacia 1775.
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El 21 de enero de 1798, además de los gastos ordinarios se incurrió en extraordinarios. Así dice el asiento contable: “Por 8 reales que les di a los niñitos que hicieron el papel de los hijos de Doña Inés y medio real que le di al ropero para fingir la sangre de dicha [Inés]. Hace todo 8 1/2 reales”.
Según esta descripción, podría tratarse de la representación de una de las tragedias escritas por el dramaturgo español Jerónimo Bermúdez, quien publicó en 1577 Nise lastimosa y Nise laurada, bajo el seudónimo de Antonio de Silva. En estas obras recrea la trágica historia de Inés de Castro, dama castellana que contrajo matrimonio con el príncipe Pedro de Portugal. Por su apasionado amor y entrega a Inés, Pedro abandona sus obligaciones de estado. Ambos engendran cuatro hijos. Disgustado el rey Alfonso IV por esa circunstancia, ordena la muerte de Inés, y de esta manera impide que ella pueda acceder a la corona portuguesa. La orden del rey se cumple mientras Pedro está de viaje.
Por tanto, los “niñitos” de los cuales habla Ramírez debían ser los cuatro hijos de Inés, y la sangre fingida en el escenario se produce mientras la asesinan.
Cuadro del pintor portugués Columbano Bordalo Pinheiro. Wikipedia
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El 4 de febrero de 1798, los gastos extraordinarios fueron los siguientes: “6 reales que se le dieron a la hija del ciego por acompañar la tonadilla; 4 reales de pólvora para los tiros; 2 reales le di al tambor. Gratificación por haber tocado la Caixa en toda la comedia”.
Interesante la anotación sobre el toque de la Caixa, dado que no es la primera vez que se tiene información sobre su utilización durante representaciones escénicas.
El 11 de febrero de 1798, Ramírez hizo la siguiente anotación de gastos extraordinarios: “Por 4 reales que le di al que hizo el papel de Contador. 2 reales a dos enmascarados para robar a la Dama y 2 reales que pagué a los que anduvieron con el escotillón”.
El último día de la temporada, 20 de febrero de 1798, los gastos ordinarios disminuyeron pues se repitió la “comedia y sainete” de la función del 11 de febrero, según se desprende de la siguiente anotación de Ramírez: “Saque de comedia y sainete no se carga por haber servido la comedia del día antecedente”.
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Por el contrario, los gastos extraordinarios subieron, por los siguientes motivos: “Por 10 reales de los peones de bastidores del día antecedente por no haberlos pagado Tomás Ruíz, y lo mismo ministros y receptor que uno y otro hacen 18 reales. Por 92 luces que se ponen demás en la iluminación doble que importan 2 pesos 4 1/2 reales. Por 2 pesos de gratificación a la Nicolasa por el canto. Un peso de gratificación de María Antonia por lo mismo. Por 3 pesos a la María del Rosario Afanador por su papel y el de su hija. Por 8 reales que le di al que puso los [no se entiende] con las aguas que sirvieron a la mesa, con todo el demás adorno que hubo. Por una olla que se compuso de pollos y gallina para sustancia de la demás, todo en 8 reales”.
La anotación deja dudas, pero, en principio, se podrían aventurar dos conclusiones: la primera, que el virrey y altas personalidades asistieron al cierre de la temporada, dada la cantidad de luces, y la segunda, que hubo una pequeña celebración del elenco y personal del coliseo.
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RESUMEN DEL CUADERNO CONTABLE
TEMPORADA TEATRAL 1797 – 1798
COLISEO RAMÍREZ
Colofón
En algunos materiales históricos, en especial aquellos tradicionales del siglo xx o que se basan en fuentes orales y que, por tanto, han sido consultados con más asiduidad, esta temporada del coliseo Ramírez ha gozado de gran prestigio, a pesar de no tener sustento en fuentes primarias. Con este cuaderno contable escrito por Josef Thomas Ramírez y teniendo a la vista algunas otras fuentes, se puede llegar a varias conclusiones sobre su laudatorio prestigio: la temporada fue impulsada por el recién llegado virrey, quien la dotó de simbolismos, boato y protocolo; la temporada tuvo respaldo económico, por lo cual se pudieron hacer algunas mejoras en los espectáculos; por último, el coliseo había estado cerrado por la ruina económica de su propietario y abría de nuevos sus puertas.